A su regreso, tuvimos la oportunidad de realizarle una entrevista para que nos contara su experiencia. Fue emocionante escuchar sus vivencias pero, sobre todo, fue muy importante contar con su ayuda para hacer el seguimiento de nuestro programa de Soberanía Alimentaria que, gracias a la ONG CERAI, hemos conseguido desarrollar en la zona.
Para el proyecto del pozo nos cuenta que tenía las expectativas de dejarlo casi finalizado antes de su vuelta y, aunque no ha sido posible debido a la situación en la que se encuentra la zona, han conseguido los contactos necesarios para resolver los problemas, por lo que hay una esperanza de mejora.
Ibán sirviendo la comida a los/as niños/as del Centro de Promoción Integral del Niño (CEPIN) del barrio Etnia Guajira, Venezuela.
En este proyecto de Soberanía Alimentaria ha podido observar cómo todo el mundo colabora, se ayuda e incluso se implica gente ajena. Este programa, nos cuenta, ha ayudado a numerosas familias, no sólo al proporcionarles alimentos sino al ofrecerles herramientas con las que poder vender los excedentes producidos. Y es que los huertos han funcionado tan bien que han podido dar de comer a las familias que se acogen al proyecto y a otros vecinos de la zona que acuden a ellas para comprar.
Por otro lado, “la situación en el CEPIN es complicada”, nos comenta Ibán. Ahora mismo el Centro de Promoción Integral del niño acoge alrededor de 340 niños y a sus madres, y se hace muy complicado alimentarles. Mencionaba que, después de pasar todo un día entero para conseguir sesenta kilos de comida, era frustrante que ésta sólo llegase para cinco días.
Ibán rodeado de los/as niños/as del CEPIN, Venezuela.
Su percepción personal la describe con una palabra: shock. “Aunque vas preparado para encontrarte pobreza, te encuentras una situación peor”. El panorama general es de miseria, nos comenta. Gente vagando por las calles desconcertados, sin entender qué está pasando. Explica que la población de clase media, que tenía su trabajo y sus ahorros, se han encontrado de la noche a la mañana sin tener acceso a recursos de primera necesidad. Por supuesto esta situación también ha afectado a las personas de clase más baja, pero tristemente, dice Ibán, “los pobres siguen igual de pobres”.
Ibán con Jeannette en el CEPIN en Venezuela.
Por último, le preguntamos qué era lo más gratificante y lo más frustrante de toda esta experiencia. Lo mejor de todo, para él, ha sido conocer a una parte de las personas que lideran este proyecto: Jesús, Jeannette, las maestras que participaron… Ver a gente implicada. Lo peor de todo es ver la situación insostenible en la que viven. “No se lanzan a las armas porque no tienen fuerzas”, indicaba Ibán.
La intención del ingeniero es repetir su voluntariado en Venezuela y hacerlo de nuevo con la Fundación Isabel Martín.
Estamos convencidos/as de que lo volveremos a ver pronto por allí. ¡Muchas gracias por la confianza!