Sopeña emprendió su viaje en 1949, con tan solo 23 años, y estuvo conviviendo en el poblado de los Adivasis y en las barracas de Bombay. Después de 60 años de espera obtuvo la nacionalidad india. Residió prácticamente toda su vida ahí, igual que Isabel. Por ello, los caminos de ambos se unieron en Bombay y, desde entonces, se apoyaron y lucharon por ayudar a los que más lo necesitaban.
Los patronos de la Fundación recuerdan a Sopeña como “una persona muy comprometida, positiva, con mucho valor y luchador hasta el último segundo”. “Federico Sopeña fue muy crítico y exigente con su vida y gran admirador del Papa Francisco por abrir la iglesia a los más vulnerables y pobres y su retorno a la vida del evangelio. Asimismo, denunció con la sencillez de su vida la comodidad e instalación en la que vivían muchos religiosos alejados de las necesidades del pueblo. En charlas privadas nos decía a los laicos: «hacednos pasar hambre y sueño», declara un patrono de la Fundación.
“Sopeña fue capaz de darle su casa a Isabel. De hecho, si no hubiera sido por él, quizá ella no hubiera podido empezar a tejer lo que ahora es la cooperativa de Comercio Justo Creative Handicrafts”, afirma Paz Dufol, patrona de la Fundación.
Además de Isabel Martín, los patronos de la Fundación también compartieron grandes vivencias con él. Por ello, transmiten su más sentido pésame a todos sus familiares y allegados.