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27 enero, 2021

La realidad de los Valmiki (limpiadores de letrinas) en India

En el post de hoy os compartimos un interesante artículo escrito por nuestro amigo James Regina C. Dabhi, actual Director adjunto del Centro de Cultura y Desarrollo del Campus del Instituto Técnico Xavier en Vadodara, en el estado del Gujarat, India. Con él nuestra ONG ha colaborado durante varios años en proyectos con la comunidad Valmiki, de la que habla precisamente en este escrito.

Portada del artículo de nuestro amigo James Regina C. Dabhi, actual Director adjunto del Centro de Cultura y Desarrollo del Campus del Instituto Técnico Xavier en Vadodara, Gujarat, India.

Desde hace tres años, la Fundación Isabel Martín ha financiado un proyecto, presentado por el autor, para garantizar que los niños y niñas Valmiki de Ahmedabad puedan acudir a los centros educativos, así como acciones para el fortalecimiento de la autoestima, incluyendo actividades de ocio y vacaciones.

Cuando a James le trasladaron a Surat, también en el estado del Gujarat, nos introdujo en otra realidad y nos presentó a un pequeño proyecto para financiar 12 máquinas de coser para un grupo de mujeres de la zona. Fue en 2019 y, desde entonces, seguimos manteniendo contacto con el autor, muy concienciado siempre con poder visibilizar y publicar sobre la complejidad de la situación social actual en las zonas más marginadas y vulnerables de la India.

En el siguiente artículo podéis leer la realidad que, en pleno siglo XXI, la comunidad Valmiki sigue sufriendo.

«La cruda realidad»

Autor: James Regina C. Dabhi – jimmydabhi@gmail.com


«En India, un hombre no decide ser limpiador de letrinas por elección propia, lo es por nacimiento y nadie le pregunta si quiere serlo o no».  Dr. B.R. Ambedkar



El paria de India – Limpiadores de letrinas


Las contradicciones y la hipocresía, forman parte de nuestra sociedad en India. Puede que nuestra campaña de limpieza mantenga limpias las calles del país, pero nuestra mente sigue llena de inmundicia por las creencias y prácticas derivadas del sistema de castas.

Introducción

Portada de la revista que publica el artículo de James Regina C. Dabhi

La reciente y espantosa violación en grupo y el posterior asesinato de una joven de 19 años en Hathras, por el llamado upper caste men (hombres de casta superior) en Uttar Pradesh, India, ha sacudido al país. Un gran número de personas está saliendo a la calle para reclamar justicia, mientras los afiliados a la ideología política de Hindutva protegen a los acusados. Esta mujer joven pertenecía a una comunidad denominada valmiki o balmiki,  los limpiadores de letrinas.

La limpieza manual de residuos es una tarea casi exclusiva de los valmiki, una subsección de la comunidad dalit. Antes de la independencia de India, los dalit eran los intocables o avarna (sin casta). Los dalit no son shudra, la comunidad que compone la cuarta casta dentro del hinduismo, sino un grupo marginal identificado como tal en el sistema de castas después de 1951, cuando India se convirtió en una república. La constitución eliminó la discriminación social pero, en la práctica, ¿se sigue tratando a los dalits como intocables? La respuesta es SÍ. Las llamadas castas superiores, autodenominadas savarna, continúan hoy en día discriminando a los valmiki y los dalits de varias formas y en diversos grados, (de hecho los savarna deberían llamarse a sí mismos kavarna, ya que “sa” significa bueno y “varna” significa color, mientras que “ka” significa malo y ese es precisamente el tratamiento que le dan a otros seres humanos).

Cabe destacar la hipocresía del sistema de castas en la práctica de la intocabilidad ya que, en teoría, si los llamados miembros de las casta superior tocan a la inferior, dalits, se contaminarán. Sin embargo, los hombres de la autodenominada casta superior no tienen problema en acosar y violar a las mujeres valmiki. Las contradicciones y la hipocresía forman parte de nuestra sociedad en India. Puede que nuestra campaña de limpieza mantenga limpias las calles del país, pero nuestra mente sigue llena de inmundicia por las creencias y prácticas derivadas del sistema de castas.

La creencia subyacente es que los valmiki no son seres humanos, por tanto, no han de ser tratados como tal. Son inferiores, por lo que pueden ser humillados, insultados o explotados sexualmente y, las mujeres de la comunidad, pueden ser violadas o “usadas”. Varna o casta significa lo mismo que la supremacía de la raza blanca en Occidente.

¿Quiénes son los limpiadores de letrinas de India?

El término “limpiadores de letrinas” hace referencia a la práctica de limpiar, transportar, eliminar o manipular, de forma manual, los excrementos humanos de letrinas y alcantarillas. Para ello se utilizan herramientas muy básicas como cubos, cestas y escobas. La recogida manual de residuos está vinculada al sistema de castas de India, en el que se esperaba que las denominadas castas inferiores realizaran este trabajo. Los limpiadores de letrinas se encuentran entre las comunidades más pobres y desfavorecidas de India. Hasta la fecha, esta comunidad se dedica a esta profesión, no por elección, sino por coacción social, económica y política y por impotencia.

Permítanme citar dos ejemplos del artículo “La casta inferior de India sigue eliminando los desechos humanos”.


“Estudié Comercio y Banca, pero no logro encontrar trabajo. Aun siendo una persona con estudios, el ayuntamiento me contrató para limpiar baños porque pertenezco a esta comunidad”. Kailash Pokerji Kundare (Jalgaon, Maharashtra, India).


“Tenía que trabajar con un velo cubriéndome la cabeza. Cuando llovía, mi ropa se empapaba de excrementos y no se secaba, olía muy mal. Desarrollé muchas enfermedades en la piel e incluso empecé a perder pelo”. Badambai (Neemuch, Madhya Pradesh).


La realidad de los Valmiki (limpiadores de letrinas)

Foto recuperada del artículo original de la revista Pax Lumina 1(4) / 2020 / 09-13 – Copyright Pax Luminia 2020

Según el censo de 2011, todavía existen 26 lakh (2,6 millones) de letrinas en seco y wadas (zonas comunitarias que requieren de limpieza manual) en el país. El 40% de ellas están en zonas rurales, mientras que el otro 60% se encuentra en zonas urbanizadas. Tanto el Gobierno Central como los estatales presentan alegaciones constantes ante el Tribunal Supremo para reclamar la erradicación total de la recogida manual de residuos, pero la realidad es que aún existen entre dos y tres lakh (entre doscientas y trescientas mil) familias en el país que siguen trabajando como limpiadores de letrinas.

La Safai Karamchari Andolan (SKA), una organización formada por limpiadores de letrinas que trabaja para la erradicación de la práctica de la limpieza manual en el país, estima que el número de casos de limpiadores de letrinas reportados fue superior a un millón setecientos mil en 2013.

La mayor parte del trabajo sucio lo hacen las mujeres. Son ellas quienes limpian las alcantarillas y letrinas mientras los hombres se encargan de los desatascos y la recogida y transporte de animales muertos en zonas públicas o privadas.

Cuando se produce un desastre, ya sea natural o por la mano del hombre, los miembros de la comunidad valmiki contratados por las entidades locales están obligados a limpiar sin ningún tipo de medida de protección o higiene.

En consecuencia, la mayoría de los integrantes de esta comunidad desarrollan las mismas enfermedades pero apenas tienen acceso al servicio de salud pública. Con la privatización, muchas ciudades y pueblos han externalizado el servicio de limpieza a actores privados, que a su vez emplean a miembros de la comunidad valmiki con salarios mínimos y sin ningún tipo de protección. 

El nivel de educación de los valmiki es de los más bajos, rara vez pueden llegar a cursar estudios superiores. Además, el peso de la economía familiar recae sobre sus hombros  y las oportunidades de acceder a otro tipo de empleo son muy limitadas.

La vida de los valmiki puede explicarse mejor a través de la mirada de Ambedkar, que luchó por la aniquilación del sistema de castas, fue muy crítico con la religión y contribuyó en la elaboración de la Constitución de India.  En “La pedagogía del oprimido”, Paolo Freire, hace también un análisis crítico que puede ayudarnos a entender la vida de la comunidad valmiki y las condiciones inhumanas en las que viven y trabajan en India.

Foto recuperada del artículo original de la revista Pax Lumina 1(4) / 2020 / 09-13 – Copyright Pax Luminia 2020

Subhojit Goswami, en su artículo “Limpiadores de letrinas: Un apestoso legado de asfixia y estigma”,Down to Hearth, septiembre de 2018, describe la situación de los limpiadores de letrinas como un apestoso legado de asfixia y estigma social. Cada año, cientos de limpiadores de letrinas mueren asfixiados por los gases venenosos que respiran. Realizan el trabajo sin ser conscientes de que las heces y la orina humanas esconden gran variedad de enfermedades como la Hepatitis A, E. Coli, Rotovirus, Norovirus y oxiuros.

La comunidad se arriesga a infectarse al entrar en contacto con estos desechos, lo que también explica que muchos de ellos mueran al llegar a los cuarenta años, presa de problemas de salud como: cólera, hepatitis, meningitis, tifus y problemas cardiovasculares.

De hecho, la manipulación repetida de excrementos humanos sin protección provoca enfermedades respiratorias y cutáneas, anemia, ictericia, tracoma e intoxicación por monóxido de carbono.

La limpieza de residuos no es una ocupación solo basada en la casta sino también en el género, ya que el 90% de los limpiadores de letrinas son mujeres.

Los hogares con letrinas en seco prefieren que sean mujeres limpiadoras en lugar de hombres, porque se encuentran dentro de la casa.

El COVID-19 y el encierro por la cuarentena ha incrementado la demanda, empeorando aún más su situación. Se ven obligados a recoger y eliminar los residuos de la gente infectada en los hospitales sin ningún tipo de protección. La discriminación social se hace patente por la forma en que son tratados por las autoridades y la sociedad civil.

El comportamiento incívico, irresponsable e inhumano de la sociedad india en su conjunto.

La condición de intocables es solo una manifestación de la arraigada cultura de exclusión y discriminación de India. Gandhi quería eliminar la intocabilidad, por ser una expresión física de la discriminación del sistema de castas, mientras que Amdebkar quería erradicar el sistema de castas al completo.

La vida de un valmiki es lo que es, en gran parte debido a lo que es la sociedad india y la forma en que trata a esta comunidad. A pesar de la abolición de la intocabilidad por la constitución, la mentalidad india de las castas no ha cambiado tanto como cabría esperar.

La vacuna de la COVID-19 será descubierta y la enfermedad podrá prevenirse en un futuro. Sin embargo, la forma de pensar de un gran número de indios (no sólo hindúes sino también musulmanes, cristianos, jainistas, parsis, sijs, budistas e incluso algunos que dicen ser ateos) permanece infectada por la ideología de la casta. Numerosas estrategias, como las reformas legales y sociales, no han logrado erradicar la discriminación basada en este sistema en las zonas rurales y urbanas.

La limpieza manual de residuos fue prohibida por ley en 2013 pero aún permanece en la práctica en India debido a la escasa protección legal y la falta de rigurosidad en el cumplimiento de las normas, según un estudio reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las patrullas de vigilantes de ganado han asesinado a varias personas, especialmente musulmanes, con el pretexto de proteger a las vacas. Pero las mismas personas que adoran a las vacas, dejan que sus animales muertos se pudran en la calle o llaman a los valmiki para que se deshagan de ellos. En la mayoría de los casos, son los valmiki quienes recogen los animales muertos y limpian la zona con posterioridad. Nadie más está dispuesto a hacer este trabajo.

¿Existe un camino a seguir?

En una sociedad de castas como la de India, respaldada por la política y la religión, es muy complicado cambiar el pensamiento de la comunidad y las personas que la componen. No obstante, no todo está perdido. A lo largo de los años se ha luchado contra la discriminación de las castas y se han producido algunos cambios.

En primer lugar, la sociedad tiene que despojarse de su mentalidad de casta, acabar con esta ideología y con la discriminación en todas las esferas de la vida, tanto privada como pública.

Tanto el Gobierno Central como los estatales deben adquirir un compromiso político para eliminar la discriminación social y garantizar la voluntad de establecer dotaciones económicas, para mejorar la situación de la comunidad valmiki y tratar con dureza a quienes discriminen dentro del propio gobierno, la administración y la sociedad en general.

Es posible que para muchos la recogida manual de residuos haya cesado como forma de empleo, pero el estigma social y la discriminación asociados a ella permanecen. Esto dificulta que los antiguos limpiadores de letrinas o sus familiares puedan asegurarse medios de vida alternativos y suscita el temor de que no les quede más remedio que retomar este oficio como único medio de mantener a sus familias.

La educación, de primaria a la universidad, es imprescindible. Existe un cambio, pero tiene que continuar con más dureza. La higiene y el acceso a la salud son casi inexistentes para esta comunidad debido a la discriminación y al tratamiento que les da la mayor parte de la sociedad. Es necesaria una movilización, ejerciendo su derecho a exigir mejoras de las condiciones que ahora mismo el Gobierno no les está prestando.

La aplicación de valores y principios consagrados a la constitución son una ayuda para la comunidad valmiki y para otras comunidades del país. Como dice Paolo Freire:

Debemos combatir el mal dentro y fuera de nosotros.

La mentalidad colectiva, infectada por el sistema de castas, debe ser transformada. Tanto los explotados como los explotadores, tienen que experimentar un gran cambio para convertirse en seres humanos.

James Regina C. Dabhi : «Agradezo a Parshotam Vaghela que me haya proporcionado algunos datos para este artículo».

La Fundación Isabel Martín reconoce la labor desinteresada de nuestra voluntaria, Sara Martín, que ha realizado la traducción del artículo original «La cruda realidad«. Además, agradece a la revista Pax Lumina y a su autor, James Dabhi, que nos hayan dado permiso para publicar este artículo para dar visibilidad a la situación tan dura que vive la comunidad Valmiki en India.